PEONA (1.910 - 1.925)



Texto: Alberto Carlos Baglieto
Revisado para España: Josep Astudillo

Esta es la historia de un automóvil netamente argentino "El Peona", un ejemplar único, que permaneció en el olvido y que fue recuperado para su posterior admiración.

En 1901, llegó a Argentina un emigrante italiano, concretamente de Turín, un joven ingeniero técnico llamado Guillermo Peona, que tenía grandes inquietudes y conocimientos sobre la automoción de la época.

Sus primeros trabajos los realiza en el Ferrocarril Sud, reparando una perforadora de rieles, la cual se utilizaba para relegar a los incautos a un puesto de oficial mecánico, pero esta vez la satánica máquina perforadora funcionó gracias a la habilidad del joven ingeniero.

Al poco tiempo la firma Burisky, poseedora de un taller naval y de fundición de bronces en la zona de Barracas, ofreció al ingeniero la posibilidad de incorporarse a la Compañía como socio industrial. Allí nació la idea creativa de construir la mecánica de un vehículo netamente utilitario, con un futuro popular, la idea del "coche del pueblo".

Así, fue como Peona confeccionó el diseño de un motor de cuatro cilindros y cuatro tiempos, de 900 cc, árbol de levas en cabeza, perforado y con lubricación forzada por bomba de engranajes, fundida en bronce.

El encendido se realizó con magneto, con distribuidor independiente, las piezas principales, como el bloque, fueron fundidas y ensambladas. La caja de cambios tenía engranajes inclinados y toda la matricería se desarrolló a partir de 1914.

En 1926 , la mecánica, se encontraba montada sobre un chasis y la suspensión delantera independiente se componía de tubos semejantes a los del Citröen 3 CV.

La dirección tenía caja multiplicadora con engranajes, y solo disponía de frenos en las ruedas posteriores. La carrocería estaba realizada en aluminio cadmio (Durol) utilizado en la aviación de la época. El milagro se había realizado.

Pero la historia no termina aquí.

Una acaudalada firma ofreció su capital para financiar su construcción en forma masiva; pero un problema personal, la muerte repentina de su hijo, derrumba sus sueños de futuro, y el vehículo queda arrinconado en un lugar bien protegido, pero olvidado para el mundo.

Transcurren los años y llegamos a 1946, el Peona es llevado a Tristán Suarez, pero el destino hace que se rompa un pistón, se desarma el motor y su carrocería queda a la intemperie durante 36 años. Sus piezas, en recipientes y cajones quedan esparcidas en un pequeño almacén.

Esta historia es parte de mi vida. Siendo muy niño, me acercaba hasta la casa de Don Guillermo con cualquier pretexto para ver por una rendija de la puerta del almacén el reluciente monstruo; y así fue que pasaron los años y mi sueño fue recuperar ese momento para la mecánica nacional de Argentina.

El 28 de octubre de 1982 me permitieron retirar lo que quedaba del vehículo.

Empezaba una tarea pródiga: Reconstruirlo. Con la ayuda de un gran colaborador, el mecánico Eduardo Hernández, que puso todo su conocimiento y su tiempo para lograr ensamblar piezas cuya posición de funcionamiento desconocíamos, nos dedicamos a la difícil empresa.
Después de 4 años pudimos escuchar el ruido enfurecido de su motor como un canto de agradecimiento al sacrificio y a la tenacidad. La carrocería se construyó con el mismo material y el mismo sistema que se había construido la original, tarea realizada por diseñadores y escultores de la talla de Héctor Doval.

Para todos ellos son pocas las palabras de agradecimiento al sacrificio.


Otra forma de contarlo;

Texto aportado por el Sr. Hugo Semperena, socio y ex Presidente del “Club de amigos de Automóviles Antiguos”.

El Peona

La historia automotriz en Argentina, atesora numerosos casos de intentos de fabricar un automóvil íntegramente “criollo”. Algunos de ellos se pudieron concretar, como por ejemplo el Anasagasti, aunque fueran poco más de medio centenar los ejemplares construidos. No obstante, existen muchos otros casos en los cuales simplemente se trató de un prototipo, en los cuales distintos factores impidieron concretar un proyecto de fabricación continua. Precisamente esta es la historia del PEONA, auto netamente argentino, que presenta soluciones muy avanzadas para la época en que fue construido. Pero antes de hablar del mismo, hablaremos de la persona que imaginó y concretó este proyecto.

Orígenes

En 1901 llegaba a Argentina un emigrante italiano, exactamente un "Turinés". Se trataba del Ingeniero Técnico D. Guillermo Peona, joven con grandes inquietudes y conocimientos automotrices de la época. Sus primeras tareas las realizó en el Ferrocarril Sud, reparando una perforadora de rieles, la cual hasta ese momento se había negado a funcionar, relegando a los incautos postulantes a un puesto de oficial mecánico. Sin embargo, y gracias al ingenio y habilidad del joven Peona, la “satánica” perforadora finalmente funcionó.

Muy poco tiempo transcurrió para que la firma Burisky, poseedora de un taller naval y de fundición de bronces en la zona de Barracas, le ofreciera un cargo como socio industrial. Allí nace en el Ingeniero Peona la idea creativa de construir la mecánica de un vehículo netamente utilitario, con un criterio popular, con el objetivo de que el hombre trabajador pudiese disponer de un automóvil para movilizarse ya fuera en la ciudad o en el campo, debido a las características avanzadas que poseía en la parte técnica.

Así fue como comienza el diseño de un motor 4 cilindros, de cuatro tiempos, de 900 centímetros cúbicos, árbol de levas en cabeza, perforado y con lubricación forzada por bomba de engranajes, fundida en bronce. El encendido se hacía por medio de magneto, con distribuidor independiente. Las piezas principales, como el bloque, fueron fundidas y encamisadas. La caja de cambios era de 3 marchas hacia delante y marcha atrás, y poseía engranajes inclinados, cuando la mayoría de los automóviles de esa época tenían engranajes rectos. Dos de estas marchas son de fuerza, lo que le permitía alcanzar una velocidad máxima de 90 Km. por hora. El automóvil contaba con dirección por medio de una caja multiplicadora a engranaje. Solamente disponía de frenos traseros.

Toda la matricería necesaria para construir el automóvil, se desarrolló a partir de 1914. Ya en 1926, el motor se encontraba montado sobre un chasis, el cual poseía suspensión delantera independiente por medio de tubos, semejantes a los del Citroen 3CV. Se construyó una carrocería de 2 plazas en aluminio cadmio (Durol), aleación esta de utilización muy frecuente en la aviación de aquel entonces. El habitáculo poseía un tablero donde se encuentra el velocímetro, la llave de contacto y un manómetro de presión de aceite. Las butacas fueron revestidas en cuero, y la parte del piso se realizó en fundición de aluminio en tierra. Para las partes de madera se utilizó algarrobo.

Una firma muy acaudalada ofrece sus capitales para construir el PEONA GP1 en forma masiva. Parecía que el sueño de un automóvil popular se iba a hacer realidad, Sin embargo, un problema personal, la muerte repentina de su hijo, derrumba los sueños futuros del Ingeniero Peona, y el vehículo queda arrumbado en un lugar bien protegido, pero olvidado para el mundo.

Olvido y Resurrección

Transcurren los años, y así en 1946, el PEONA es trasladado a una quinta en la zona de Tristán Suárez. Ahí sufre la rotura de un pistón, con lo cual se desarma el motor, y debido a problemas de salud de Don Guillermo Peona, el automóvil queda abandonado a la intemperie durante nada más y nada menos que 36 años. Sus piezas en latas y cajones yacen en un pequeño galpón. Parecía que el proyecto desaparecería por completo. Sin embargo, alguien se encarga de recuperarlo. Es su actual propietario, el Dr. Alberto Baglieto, quien además estaba ligado al automóvil desde mucho tiempo atrás. Pero dejemos que sea él mismo quien nos relate esta historia, afortunadamente con final feliz.

“Esta historia es parte de mi vida. Siendo muy niño, desde los 4 años de edad, me llegaba hasta la casa de Don Guillermo, con cualquier pretexto para ver por una rendija de la puerta del galpón el reluciente monstruo. Recuerdo que en más de una ocasión me decía ¿querés escucharlo?, y con media vuelta de manija lo ponía en marcha.

Pasaron los años. Sin embargo, siempre tuve el sueño de recuperar este pedazo de historia nacional. Así fue que el día 28 de octubre de 1982 sus familiares me permitieron retirar lo que quedaba del vehículo. El estado en el que se encontraba era de total destrucción. Sus ruedas de aluminio estaban enterradas en un pozo, y las piezas del motor estaban dispersas en un galpón. La tapa de válvulas, en la cual lleva el nombre grabado, era una de las partes que faltaban del vehículo cuando comenzamos a restaurarlo. Casi milagrosamente, fue encontrada más tarde en un gallinero que durante 36 años sirvió de plato para darle de comer a las gallinas.

Afortunadamente, casi toda la matricería original de madera se encontraba en buen estado, lo cual le aporta al automóvil un valor histórico único.

Ahí fue que comenzamos la tarea de reconstrucción del automóvil, la cual nos ocupó más de 7 años. Con la ayuda de un gran colaborador, el mecánico Eduardo Hernández, que puso todo su conocimiento y su tiempo para lograr ensamblar piezas cuya posición de funcionamiento desconocíamos, nos dedicamos a la difícil empresa. Después de 4 años pudimos escuchar el ruido enfurecido como un canto de agradecimiento al sacrificio y a la tenacidad. Ayudados por algunas fotografías de la época que fueron cedidas por los familiares del Ingeniero Peona, se pudo reconstruir la carrocería con el mismo material y el mismo sistema que se encontraba la original, tarea realizada por Héctor Doval.

Gracias a ellos, pudimos recuperar esta pieza única, que de tanto en tanto participa de eventos tales como “Recoleta/Tigre” entre otros.”


Características técnicas:

Marca: Peona
Modelo: GP1
Motor: Cuatro tiempos, Cuatro cilindros con árbol de levas en cabeza.
Cilindrada: 900cc
Transmisión: Caja manual de tres marchas y marcha atrás.
Dirección: Caja multiplicadora a engranaje.
Suspensión: Delantera independiente por medio de tubos.
Velocidad máxima: 90 Km/h
Carrocería: 2 plazas en aluminio cadmio (Durol)
Frenos: Solamente sobre el eje trasero.