MARCADIER (1970 - 1983)



Esta es la historia compartida de dos hombres y dos marcas: Fournier-Marcadier (1963-1969)
  Marcadier (1970-1983)

La carrera de André Marcadier, vecino de Lyon, empezó en 1947 construyendo bicicletas de alta calidad utilizando para ello duraluminio para la realización de los cuadros. Desarrolló un procedimiento delicado y fastidioso consistente en girar las hojas de aluminio para soldarlas longitudinalmente y fabricar los tubos. Un trabajo de orfebre.

Tras dedicar todos los días a las dos ruedas, su talento afloró con las motocicletas de competición para las cuales construyó diversos cuadros mecánicos; una de esas motos se clasificó en décimo lugar en el Gran Premio de Monza de 1957.

En esa misma época, hizo su aparición el karting en Europa y Marcadier se lanzó sin tardanza a construir chasis simples y ligeros para ese tipo de vehículo. El descarado dominio del equipo de Lyon de 1961 ( Verd, Dumont, Janoray ) culminó con el titulo de campeón de Europa en la categoría Enduro.



La carrera de André Marcadier dió un giro decisivo a principios de los años sesenta al coincidir en el circuito de Montlhéry con un hombre del que se empezaba a hablar porque con sus coches había introducido un nuevo concepto en el mundo de los automóviles deportivos y de competición: el genial Colin Chapman y sus famosos Lotus.

Marcadier pensó que para convertir en rentable en Francia el hecho de fabricar coches deportivos, imitaría al inglés, y produciría un pequeño coche biplaza polivalente y ligero con un chasis tubular y una mecànica que se produjera en serie, de cilindrada modesta y poco costoso. La venta en KIT sería el sistema que permitiría un precio de venta lo más barato posible.

André Marcadier era amigo de Marcel Fournier, carrocero de Lyon, y se asociaron para fundar la marca “Fournier-Marcadier”. Los dos amigos presentaron a finales de 1963 el que sería el primer coche deportivo francés comercializado en KIT.

El coche se presentó en forma de barqueta biplaza con una elegante carrocería en polyester que recordaba un poco al Lotus 23. El motor estaba colocado en posición central dentro de un magnífico chasis tubular sin ninguna concesión al lujo para poder ofrecer un precio de venta lo más bajo posible.

El suceso no pasó inadvertido, y los artesanos de Lyon recibieron 3600 pedidos de amateurs interesados. El coche resultó tener grandes aptitudes en competición; y la revista especializada Sport-Auto organizó incluso un trofeo.

En 1966, los dos socios presentaron el monoplaza que configuraría la formula de promoción nacional que desenvocaría más tarde en la “Formule France”. Al igual que las barquetas, se caracterizaba por su ligereza (320 kg en orden de marcha) al margen de una concepción muy acertada del chasis. La mecánica era la del Renault 8 Major de potencia suficiente para convertir el coche en muy divertido y emocionante, tal y como afirmó Jean-Pierre Beltoise en una prueba para la revista Sport-Auto.

A partir de ese momento, el coche fue dotado de una mecánica Renault 8 Gordini y el coche participó en Formula Libre con grandes resultados con Roger Cohen al volante, el piloto elegido por la marca. En su debut en 1967, consiguió varias victorias delante de otros monoplazas, utilizando la evolución de la barqueta realizada en los talleres de Lyon. Ese fue el nacimiento de un coche con una gran personalidad, el coupé Barzoï. Para ello se retomaron las bases mecánicas de la barqueta, y se modificaron algunos de sus conceptos para responder a la demanda de una clientela deseosa de un coche para un uso menos exclusivo.

El éxito comercial del coupé Barzoï no debe hacer olvidar sus prestaciones en competición como por ejemplo la decima plaza de François Lacarrau en el Gran Premio de Paris a Montlhéry en 1968; sus adversarios eran: Servoz-Gavin, Wicky, Jungenet y sus coches denominados Matra 470 BRM, Ferrari, Porsche 906... etc...

De esta proeza se hizo eco la revista Sport-Auto con el titular; “la victoria de David sobre Goliat” porque el coupé Barzoï estaba propulsado por un modesto motor Renault 8 Gordini de 105 hp, en contra de monstruos con motores de entre 250 hp y 400 hp.



En 1970, Marcel Fournier abandonó la construcción de automóviles y André Marcadier continuó con la producción. Ese mismo año presentó una barqueta biplaza para competición y reemprendió la producción del coupé Barzoï.

La barqueta biplaza fue denominada “Can-Am” por sus líneas inspiradas en los coches americanos de dichas carreras, fue la primera de una línea de barquetas que hicieron las delicias de los pilotos amateurs que dispusieron de una brava montura de carreras a un precio razonable. Podemos destacar el Campeonato de Francia de montaña de 1975, en el que dos “Marcadier” equipados con motores Renault 8 Gordini 1300cc ocuparon la 4ª y 5ª plazas compitiendo contra coches de Formula 2 y prototipos con motores de 2 litros.

1978 fue un año que aportó al constructor grandes satisfacciones profesionales. Su ultima creación, fue una fina y elegante barqueta equipada con un motor Ford Hart de 2 litros que desarrollaba 300 hp. que dominó descaradamente en su categoría e inquietó a todos sus contrincantes, incluidos los Formula 2.

Este coche fue pilotado por el veterano Roger Rivoire, que había aprendido con los “Fournier-Marcadier” que habían obtenido el Campeonato de Francia de Montaña en 1974. El tandem Marcadier-Rivoire totalizó 11 victorias en 14 participaciones, tres de ellas obtenidas con motores que no eran de primera generación.

Al coupé Barzoï le llegó la sucesión en 1976 con el Barzoï 2, que se fabricó hasta 1983 y que estaba equipado con mecanica de Simca 1000 Rallye 2 con la finalidad de reemplazar los propulsores Renault que dejaron de producirse al cabo del tiempo. Este coupe de lineas futuristas no consiguió nunca hacer olvidar la estética intachable de su predecesor, que consiguió numerosos buenos resultados gracias a un comportamiento en ruta de primer orden debido a su chasis derivado de las barquetas de competición.

En conclusion, la historia reconocerá a estas dos marcas de Lyon, al igual que los a los primeros Lotus, una astuta concepción que permitió explotar lo mejor de una mécanica modesta producida en gran serie, todo ello debido a la ligereza de esos coches por la calidad de su construcción y su eficiencia en competición.

El mérito más grande de esos dos hombres fue estar a la vanguardia con soluciones ingeniosas e inteligentes que permitieron disponer de un coche de carreras a un precio razonable. A pesar de ello las instancias deportivas francesas no lo tuvieron demasiado en cuenta y no les ofrecieron el apoyo y reconocimiento que merecían.