LA SALLE - (1.927 - 1.940)



LA SALLE, una sub-marca de Cadillac (General Motors)

Su nacimiento: una necesidad

Cuando la crisis de 1920 obligó a Durant a dejar por segunda y definitiva vez la General Motors, su sucesor Alfred P. Sloan encontró la Corporación sumida en un caos de marcas no relacionadas entre sí y un débil control central. Las marcas rentables eran solo Cadillac y Buick. Además, su participación total en el mercado era de sólo el 12 % contra el 60 % que ostentaba Ford. Sloan, entonces planificó el reordenamiento de todas las líneas de producción y la introducción de nuevos productos donde fuera necesario para tener un coche competitivo en cada segmento de precio.

La brecha de precios ente Cadillac y Buick fue, en definitiva, la causante de la necesidad de un nuevo producto. Sloan encargó el proyecto a Cadillac, pero ésta estaba cada vez más posicionada entre los vehículos de muy alto precio, y la desición final fue lanzar una sub-marca. El nombre de esa sub-marca estaría inspirado en otro explorador francés, Rene R. Cavelier, Monsieur de La Salle. La Salle fue quién reclamó en 1862 la posesión de toda Louisiana para su Rey, Luis XIV. Desafortunadamente vivió poco, pues fue abatido por sus propios hombres mientras lideraba una desastrosa marcha a través de Texas en 1867. (¿Sería esto una premonición de la corta vida de la marca...?).

Presentados en Marzo de 1927, los automóviles La Salle cubrían las necesidades de quienes buscaban alta calidad automotriz a un precio asequible.

Su muerte: una ironía

Probablemente, las razones que normalmente se utilizan para justificar la muerte de la marca La Salle sean incorrectas. No fue la coincidencia de precios, ya que un sedan La Salle se vendía por 1.320 dólares, mientras que el Cadillac más barato costaba 1.750 dólares. La razón escondía raíces mucho más profundas. En 1939 La Salle había vendido 22.000 unidades y Cadillac solamente 13.000. Esto preocupó profundamente a la gente de la División Cadillac pues se percataron de que el público se había dado cuenta que la misma calidad de Cadillac podía ser adquirida a menor coste, no ganando nada si adquirían un Cadillac Serie 62 que valía un 35% más. Además, el Buick 91, otro producto de General Motors costaba 1.920 dólares, y sufría el mismo efecto negativo. La decisión no se hizo esperar y la marca fue discontinuada en 1940. Irónicamente, su propio éxito fue la causa de su muerte.