ESPENLAUB (Gottlob Espenlaub) - (1.928 - 1.953)



Gottlob Espenlaub nació el 25 de octubre de 1900 en la localidad alemana de Balzholz. Hijo de un humilde pastor de ovejas que con muchos apuros consiguió sacar adelante a sus 15 hijos, terminó sus estudios de carpintería pero se quedó sin trabajo con diecinueve años debido a los aún complicados meses posteriores a la Primera Guerra Mundial. Con ganas de hacer cosas, se presentó como piloto de aviones sin motor cuando buscaban voluntarios que pudiesen realizar este tipo de vuelo.

Tras esa experiencia se dedicó a desarrollar sus propios aviones. Sus conocimientos de carpintería y sus habilidades le permitieron fabricarlos por su cuenta sin demasiada aportación de capital. Era bueno llevando a cabo sus propias ideas. Sus planeadores (también llamados “dragones” porque tenían la forma de ese animal mitológico) se hicieron famosos porqué servían para proteger grandes complejos industriales de posibles bombardeos. También son conocidas sus pruebas realizadas sobre avionetas propulsadas por cohetes.

Pero la faceta que deseo resaltar en esta breve historia, son sus inusuales e innovadoras creaciones a nivel automovilístico, producidas entre 1928 y 1953.

A finales de los años veinte Gottlob Espenlaub utilizaba un coche Wanderer 10/II de 8/40 CV, un coche convencional pero muy útil para poder tirar de un remolque con su planeador. Viendo la resistencia al viento que sus cuadradas líneas ofrecían, decidió aplicar reglas aerodinámicas a su automóvil. En 1928, decidió cambiar las partes más elevadas de su Wanderer, creando un techo mucho más bajo y alargado, con ventanas más reducidas y una parte trasera finalizada en un corte vertical muy pronunciado. Asimismo, recortó también el parabrisas, como si de un avión se tratara. Con independencia de lo práctico que pudiera resultar en carretera con tan poca visibilidad, es de suponer que la resistencia al viento mejoró.



En 1934, Espenlaub, quiso volver a poner en práctica en el campo automovilístico los conocimientos adquiridos como piloto y constructor de aeroplanos sin motor, y creó un vehículo cuyas líneas obedecían más a las de éstos que a las de un coche: El Espenlaub “Stromlinienwagen”, que así se llamaba, era completamente redondeado, con las ruedas cubiertas, las ventanas pequeñas, el parabrisas bajo y ancho y un capó alargado.

La carrocería fue construida sobre un esqueleto de listones de madera y recubierta con tela fuerte y lacada. El resultado fue… peculiar. A día de hoy aún no se sabe con certeza la procedencia del bastidor de este automóvil, ni tampoco el propulsor que utilizaba.

Cabe destacar que en aquellos años él y algunos de sus hermanos fundaron una importante empresa que se dedicó a la reparación de aviones de todo tipo. La “Espenlaub Flugzeugbau” reconstruía principalmente máquinas militares, pero también creaba inventos propios que ayudaron mucho en el avance de la temática del vuelo sin motor; inventos que aún hoy se tienen muy presentes. Esta compañía, ubicada primeramente en Riga (capital de Letonia) y trasladada a Wuppertal, Alemania, a finales de los años treinta, dio empleo a unas 3.000 personas que se esmeraron en reparar bombarderos y otros aviones de guerra durante la Segunda Guerra Mundial. Pero tras la capitulación germana a todo el país le fue prohibido trabajar en el sector de la aviación, y es por esta razón que, tras el conflicto, hubo muchos ingenieros y técnicos aeronáuticos dedicados a innovar en el campo de los automóviles, sector que tenía cierta similitud. Gottlob Espenlaub fue uno de ellos.



En 1947 lanzó un nuevo modelo, el “Dreirad Prototyp”, que tenía únicamente tres ruedas además de una carrocería inmensamente larga, de más de cinco metros y tan solo 1,2 metros de altura. Contaba con un parabrisas partido y de buen tamaño, pero muy a ras de suelo, y obedecía a ciertos conceptos aerodinámicos ya desarrollados por aquellos años como una cabina adelantada sin morro o unas líneas que se estrechan hacia atrás, donde se ubicaba una sola rueda trasera a la que un pequeño motor marca Ilo, de dos tiempos, transmitía su escasa potencia.



Aún más llamativo fue su siguiente proyecto, presentado un año después en 1948 con el nombre de “Flounder”. Era algo jamás visto en carretera… era más bien un avión de caza con ruedas que un automóvil. Muy plano y con siete u ocho asientos, casi siete metros de largo, 2,5 metros de ancho y tan sólo 1,2 metros de altura. Utilizaba diferentes piezas de cazas alemanes como por ejemplo las del Ju-87 “Stuka” que tan terrible ruido hacía cuando se acercaba a su destino.

No tenía ni parachoques ni estribos para facilitar la entrada. Bajo el morro aplanado, se ubicaba un motor Opel o Ford convencional, y un curioso detalle fue el eje motriz trasero con ruedas dobles. Además, montaba puertas en ala y un singular sistema de entrada de aire en el interior a través de aperturas frontales y superiores (en el techo) ya que las ventanas no se podían abrir.

Puede extrañar hoy día que este vehículo consiguiese el permiso de circulación en medio del escaso tráfico de entonces, pero hay testigos de que circuló por las calles de Wuppertal, la ciudad del tranvía colgante, hasta entrados los años cincuenta.



Durante la posguerra, Espenlaub desarrollo planes para lanzar una gama de elegantes coupés deportivos y volvió a diseñar coches aerodinámicos, incluyendo un coupé de cuatro plazas con carrocería de aluminio y tracción delantera. Sus planes no se concretaron por razones económicas, y sólo llegaron a ser construidos unos pocos vehículos de pre-producción.