DUESENBERG (1920 - 1937)



Durante los años 20 y 30, imaginar un coche que combinara el lujo, la elegancia, el estilo y la precisión mecánica de un Rolls-Royce y poseiera la asombrosa aceleración y velocidad cegadora de un Bugatti, solo era posible si se pensaba en los Duesenberg que se construían en América.

Desde la época del Duesenberg nunca ha habido otro coche americano que se le parezca. Era el coche más prestigioso de finales de los años 20 y principios de los 30.

La versión limousine transportaba a toda clase de personalidades importantes con lujosa comodidad a través de las calles de las ciudades, pero en carretera podía acelerar de tal manera que muchos coches contemporáneos de carreras no podían igualar.

En la época de los gansters, estos largos coches de color negro, equipados por sus dueños con carrocerías blindadas y cristales a prueba de balas, participaron en muchas batallas callejeras.

De una forma más pacífica, los personajes políticos utilizaban el Duesenberg como vehículo oficial, pero su fama alcanzó el climax en las películas de Hollywood.

Los dos hombres que diseñaron este coche maravilloso estaban lejos de este mundo de personajes notables y famosos. Fred y august Duesenberg eran dos jóvenes ingenieros que en 1885 habían emigrado a América desde Alemania.

Fred construyó un coche de carreras en 1903, pero su interés principal eran los motores y en 1913 los dos hermanos crearon la Duesenberg Motor Company en St. Paul, Minnesota.

Construyeron un ingenioso y magnífico motor de cuatro cilindros diseñado con válvulas horizontales. Eddie Rickenbacker pilotó un coche accionado con un motor Duesenberg alcanzando el décimo lugar en la carrera de Indianápolis de 1914. A partir de ese momento muchos pilotos de carreras montaron esos motores en sus bólidos.

Con la llegada de la Primera Guerra Mundial, los hermanos Duesenberg tenían motivos para cambiar muchas de sus ideas de ingeniería. El catalizador era un ingenio de Bugatti. El amo de Molsheim había diseñado una central eléctrica que consistía en dos motores straight-eight. Estos motores fueron montados en paralelo con un cárter común y dos cigüeñales engranados a un solo eje. A los hermanos Duesenberg les fue concedido un contrato americano para producir un motor para el gobierno francés, y fue su experiencia con la obra maestra de Bugatti la que les condujo al diseño del famoso motor straight-eight de Duesenberg.

Este nuevo motor dio la fama a Duesenberg: En 1920, un Duesenberg marcó un nuevo record de velocidad en tierra en Daytona, con Tommy Milton que lo pilotó a una velocidad de 156 mph.

A finales de 1921, Murphy asombró al continente europeo dejando a sus mejores coches y conductores tras una nube del polvo en el Gran Premio de Francia.

En 1960 el Duesenberg seguía siendo el único coche americano que había ganado un Gran Premio Europeo: La versión de Duesenberg que había conseguido ese logro era el modelo A, que para su tiempo era un coche del futuro. Ninguna otra máquina de producción en los años 20 tenía un motor straight-eight . También sacó al mercado con palanca el primer sistema de los frenos hidráulicos a las cuatro ruedas y siguió con la introducción de los neumáticos tipo globo.

En 1926, Erret Lobban Cord compró la compañía para fusionarla con la Auburn-Cord, pero estaba más interesado en la capacidad de ingeniería de Fred y August Duesenberg, que en sus coches. Lobban, a pesar de utilizarlos para sus otros coches, continuó también sabiamente la línea Duesenberg. Ese año apareció el modelo J de Duesenberg y algunos años más tarde apareció un modelo sobrealimentado llamado SJ. Los SJ fueron los Duesenbergs más famosos. Su historia en competición no tiene igual y todavía conserva 3 records mundiales. En 1935 ningún otro coche había podido romper las marcas de la clase B de Duesenberg.

Pero los modelos comunes no eran mucho más lentos. Era posible comprar un SJ, conducirlo desde el escaparate del concesionario a la carretera y alcanzar 60 mph en 9 segundos, y 100 mph en 17 segundos. La velocidad máxima era de unas 130 mph.

Una cosa importante a destacar, es que el Duesenberg no fue diseñado para ser un coche de carreras. Era básicamente un coche que viajaba a alta velocidad siguiendo la tradición de los modelos europeos de Gran Turismo; un automóvil que se podía conducir sin problemas mecánicos hora tras hora y milla tras milla, sobre las interminables carreteras americanas, sin tensiones mecánicas ni de conducción. Alcanzar este funcionamiento requirió mucha precisión en su fabricación, por lo que su precio era muy elevado.

Al igual que Rolls-Royce-Royce, Duesenberg vendía principalmente un chasis en funcionamiento y diferentes constructores le proveían las carrocerías según pedido. Algunos de los pedidos eran tan imaginativos como un palacio de sultán, pero siempre iban equipados con un arsenal desconcertante de instrumentos como equipo estándar. Mientras los pasajeros de un Duesenberg viajaban rebosantes de lujo, el conductor tenía en frente a un panel de mandos espléndidamente equipado de diales y galgas.

Cuando el imperio de la Auburn-Cord-Duesenberg finalizó en 1937, solamente se habían construido 650 Duesenberg, pero cada uno de ellos era una obra maestra. Poco después la guerra August Duesenberg intentó restablecer su Imperio, pero el proyecto resultó fallido rápidamente. Los clientes de la posguerra estaban interesados en la calidad de esos coches, pero la competencia empezaba a producir con calidad a mucho menor coste. Rolls-Royce, Lincoln y Ford contribuyeron a su desaparición, pero nunca fueron comparables con los Duesenberg.




Aunque en pleno siglo XXI se siguen haciendo réplicas de los Duesenberg de los años 20 y 30, cabe destacar que en 1966 hubo un intento de resurgimiento de la marca con el modelo Exner. Ignoramos si llegó a ser producido en serie, pero creemos que no pasó de prototipo.