BONET (1889)



Los pioneros

España ha contado desde los comienzos del automóvil con numerosas tentativas para la fabricación propia de un vehículo a motor.

La primera de ellas vino de manos del ingeniero de Valladolid D. Pedro Ribera, quién en 1861 presentó un vehículo bautizado con el nombre de "Castilla".

Este vehículo, estaba propulsado por un gran motor alimentado por carbón y capaz de desarrollar 10 CV a una velocidad máxima de 15 km/h.

Eran necesarias dos personas para manejar ese "artilugio". Posteriormente le siguió otro modelo, el "Príncipe de Asturias" que se cree fue muy similar al anterior.

También hubo muchos intentos de construir vehículos a vapor y locomóviles, algunos de ellos interesantes, pero todos necesitaban de un esfuerzo considerable para ser manejados. Por esto se determinó que la palabra automóvil denominaría solamente aquellos vehículos que no requerían del esfuerzo humano para desplazarse; es decir los dotados de motor de explosión.

El primero en construir un automóvil en nuestro país, fue D. Francisco Bonet Dalmau. Nacido en 1840 en la ciudad de Valls (Tarragona - España), era Ingeniero y un enamorado de todos los nuevos progresos. Tenía una industria textil de cierta importancia en Barcelona, y su tiempo libre lo dedicaba a su gran pasión: la ópera.

En 1889 asiste a la Exposición Universal de París, donde realmente queda fascinado por los nuevos motores allí presentados. Sin pensárselo dos veces se dirige al stand de Panhard & Levassor, representantes en la capital francesa de la casa Daimler y adquiere un motor que desarrollaba 1 HP. Después de este motor compra también otros dos, uno de ellos de 2 HP que tras traerlo a España lo aplica a un chasis de tres ruedas de su construcción, buscando soluciones inéditas hasta entonces, en todas las partes del vehículo, entre ellas un innovador sistema de dirección que consistía en un pivote para cada rueda.

El 12 de diciembre de 1889 solicitó al Estado Español, que se le concediera una patente de invención para un vehículo propulsado por un motor de explosión, montado sobre un chasis de cuatro ruedas.

El Sr. Bonet exponía los siguientes razonamientos a su invento:

Es preciso aplicar a los vehículos destinados al transporte de escaso número de personas un medio que venga a reemplazar a los animales de tiro; esto es: obtener carruajes dirigidos por el mismo paseante. Este medio es el de los motores de explosión, de petróleo, bencina u otro liquido análogo. Estos motores tienen las siguientes condiciones esenciales para la resolución del problema:

    Primero.- Son de pequeño volumen con respecto a la fuerza que producen

    Segundo.- No es necesario hogar para la producción del vapor y no molestan con el vapor que producen.

    Tercero.- Se ponen fácilmente en marcha, siendo sencilla su conducción mientras funcionan.

    Cuarto.- La renovación del líquido productor de fuerza se efectúa rápidamente y de manera tan sencilla que permite su empleo tanto       como se desee.

A la hora de ponerse a fabricarlo tuvo que elegir un chasis con tres ruedas, ya que desconocía el concepto del diferencial, así mismo algunas características finales del vehículo no coincidían con la patente solicitada, lo que nos indica que no estaba del todo terminado cuando la presentó. La patente fué solicitada en diciembre de 1889 y le fue concedida para un período de 20 años. Durante la primavera de 1890, Francesc Bonet siguió trabajando en su proyecto hasta terminar el automóvil triciclo, el primero fabricado en España y uno de los primeros del mundo. El automóvil está propulsado por un motor monocilíndrico Daimler de 462 cm3.

El haber solicitado esta patente nos hace pensar que estaba dispuesto a construir más unidades para su posterior venta. Desgraciadamente ese fué el único ejemplar que construyó, no sabemos exactamente el motivo, quizás los problemas mecánicos y la falta de fiabilidad le incitaron a abandonar el proyecto.